

(¡Ay!)
Tras pasar la puerta acristalada del centro de atención primaria. Nos encontramos con una mesa y dos oficinistas. Una de ellas sonríe a mi acompañante y después me mira a mí de arriba a abajo.
Me siento desnuda en pijama y con un hilo colgando de mi mejilla derecha.
Nos pide que nos adelantemos con la mano y el tipo con gorra de pana comienza a hablar.
-¡Buenos días, Melanie! Hemos tenido un pequeño incidente –Yo le miro con cara de estupefacción y cabreo- ¿Podría visitarnos alguna enfermera?
-Sí, pasad a la sala de espera. Enseguida os avisan.
Cuando nos sentamos en las sillas de plástico beige, me animo a quejarme.
-¿”Pequeño incidente”? ¡Podrías haberme sacado un ojo!
-¡No seas dramática! –Observa mi cara e intenta suavizarlo- Tienes razón, podría haber sido peor. Ha sido un accidente. Es una casualidad que estuvieras allí y aparecieras de repente, justo cuando iba a lanzar la mosca.
-¿La mosca? ¿Qué mosca?
-¡Es cierto! ¡No te has visto! El anzuelo tiene forma de mosca para que los peces se confundan.
Hago una mueca de asco intenso mientras toco el bulto esponjoso y peludo.
-Parece una mosca pero no lo es, ¿verdad?
– No, no lo es. Me las hago yo con hilo y pequeñas plumas. La que llevas en la mejilla es de color rosa fluorescente.
Pongo los ojos como platos.
-¡Estas cosas sólo me pasan a mí! Me van a dejar una señal de por vida y todo el mundo se fijará en mi cicatriz.
-Respira, relájate. Sólo es un anzuelo, no es un arpón. ¿Es que no te has pinchado nunca al coser? Porque digo yo que algo habrás cosido en tu vida, ¿no?
-¡Me estás cayendo un poco gordo, chaval! Y no es por el anzuelo precisamente. Es por tu actitud.
-¡Gracias por lo de chaval! ¡Hacía mucho que no me lo llamaban! -(es de mediana edad, como yo)- pero o guardo yo la calma para tranquilizarte o escenificas una tragedia romana.
Intento pasar de él y centrarme en el movimiento de la gente del centro, esperando que me atiendan cuanto antes. Una puerta se abre y sale una mujer mayor con bastón. Deja la puerta abierta y se oye una voz desde dentro…
-¿Guillaume Balzent?
-¡Vamos! Nos toca a nosotros –me apremia.
Al entrar, una mujer de pelo blanco y moño, sonríe a “Guillaume el capullo”.
-¡Vaya! ¿Cómo la has pescado? –dice a carcajadas.
Cada vez me enfado más. Si fuera un personaje de viñeta, ahora mismo estaría roja como un tomate y me saldría humo verde por las orejas.
La enfermera me mira la cara y deja el tonito chistoso.
-Veamos… –se acerca con sus gafas de pasta y me enfoca la luz de una lámpara articulada- Es bastante superfluo. Si llegas a tirar más, se lo hubieras arrancado –comenta mirando al tontivano- Lo mejor es acabarlo de pasar y cortar la punta.
-¿En serio? –digo con cara de susto.
-Te lo dormiré, tranquila. Es mejor que cortar y coser. Se curará mucho más rápido y no te quedará marca.
Me agarro al brazo de la silla cuando me pone la inyección para dormirme la zona. ¡No me gustan las agujas! ¡Imagina los anzuelos!
Cuando noto el hormigueo, se acerca con unos alicates limpios pero muy parecidos a los del “bocachanclas” y en dos movimientos, tiene el anzuelo moscón rosa fucsia en la mano. Lo tira a una pequeña basura de debajo de su mesa y me pone una crema con antibiótico. Apenas me ha salido sangre porque no he sentido nada chorreando por mi cara en todo el rato, pero impresión, puedo prometer y prometo, que me ha impresionado un montón.
-Bueno, pues ya está. No ha sido para tanto, ¿no?
Es una pregunta retórica, porque no me deja responder y continúa.
-Cuando salgáis, pedidle al siguiente que entre.
Me levanto para salir entre trompicones y vuelvo a recordar que sigo en pijama. Me atuso un poco el pelo y me lo peino con los dedos. No hay mucho que hacer. Guillaume parece que se ablanda y me dice:
-Te invito a desayunar para que se te pase el susto.
-¿Así? ¿Tal cómo voy? –digo estirando de la camiseta de mi pijama mostrándosela.
A los hombres parece no importarles nunca el aspecto.
-Bueno, pues compro el desayuno de vuelta y desayunamos en tu caravana.
-¡Anda! ¿Ahora es una caravana? Hace un rato sólo era un remolque.
No contesta, no se atreve. Sigo con un humor de perros.
«Escribo novelas románticas y eróticas, si te está gustando esta novela, te recomiendo «Por un hombre así» que puedes descargarte en formato digital a través de la plataforma segura de Paypal. La descarga es directa pero aún así durante el proceso tendrás que escribir tu e-mail y yo te la enviaré a tu correo. Para cualquier duda, pregúntame en twitter o en mi correo
Échale un vistazo.»
Descubre más desde CAMR
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
