Cuando me coge por la cintura, dejo de respirar. Noto su mano caliente sobre mi piel y su respiración en mi cuello bajo mi pelo. Tengo memorizados todos los pasos, los hemos ensayado muchas veces pero los nervios del estreno me tienen agitada, con las emociones a flor de piel. Me noto tensa entre sus brazos, siento como si mi clavícula se fuera a romper y su aliento me proporciona un agradable calor. Para él, yo no soy más que una de las bailarinas pero cuando me mira con sus tiernos ojos castaños y su media sonrisa, me siento admirada.
La puesta en escena está siendo espectacular. Incluso nosotros estamos sorprendidos. Siempre ensayamos con ropa cómoda y no nos habíamos visto con el vestuario del estreno. Eso le da un extra de solemnidad que nos confirma que el momento importante ha llegado.
Su papel es el del amigo del protagonista, su consejero y ayudante, pero lo borda de una forma que encandila más él que el que lleva toda la acción. Creo que la directora se dio cuenta de su error cuando ya no podía intercambiarles los papeles. Así que es la primera obra de la historia en la que el protagonista secundario destaca por encima del principal y enamora al público, haciendo que el principal pase totalmente desapercibido.
No sé qué chip ha cambiado en mi cabeza para que esta noche yo también me sienta enamorada de él. Obviamente en los ensayos me había dado cuenta de que me gustaba pero en este momento, el ambiente, las luces, la música y su voz, lo convierten todo en mágico y trascendental.
Después de la primera escena tenemos que correr todos a los camerinos para cambiarnos de ropa. Ninguno de los dos salimos en la siguiente pero sí en la de después. Empiezo a temer el momento cuando me visto con un body blanco con gasas transparentes a modo de falda. No es que mi vestido sea especial en ningún sentido pero imagino que el suyo no ha de ser muy distinto.
Cuando salgo a escena, él ya está en el escenario. Lleva una camiseta estrecha muy raída que deja ver parte de su pecho.
Debe tomarme de la mano y hacerme girar delante suyo y yo, tengo que acariciarle el torso muy lentamente. Mis dedos se encallan por un milisegundo en el obstáculo de las telas rotas, rozando su pezón. Levanto la vista que debería estar mirando mi mano y le veo fijando su mirada en la mía. Algo sucede, porque me parece entender que él también se sorprende. Empiezo a sentir un rubor difícil de esconder. Afortunadamente entonces, el protagonista principal, me toma para sí y me hace desaparecer por el lado izquierdo del escenario.
No hay más situaciones comprometidas, puesto que no volvemos a coincidir en ninguna otra escena. Cuando la obra termina, los dos protagonistas masculinos se marchan a celebrarlo entre risas con sus bolsas de deporte al hombro. Ni siquiera se percatan de que yo salgo del camerino y camino tras ellos por el pasillo. Están demasiado entretenidos gastándose bromas entre ellos.
Cuando llego a casa es tarde y estoy cansada. Han sido dos horas de fuertes emociones. Me doy una ducha caliente y me pongo un pijama suave. Creía que me dormiría enseguida pero cada vez que cierro los ojos y caigo en el sueño, vuelvo al momento en el que mis dedos rozaban el pezón de Damien. Sus ojos se fijan en los míos y yo siento una electrizante sacudida de placer que me hace despertar. Me levanto de nuevo para tomarme un vaso de leche caliente. Odio la leche caliente pero no sé qué puedo hacer para dormir. Tengo que estar fresca para mañana. Tenemos ensayo en la mañana y una nueva actuación por la noche.
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