VÉRONIQUE
Entramos en una cafetería de estilo retro. Mesas con sofás anchos de color granate y un aparato de música de los que ponen un disco si metes una moneda. Parece que hayamos viajado en el tiempo. No hay nadie dentro. Damien se sienta en la última mesa. Aunque se llenara de gente, estaríamos en el lugar más tranquilo. La camarera lleva un gorrito blanco a juego con la antigüedad que representa el local.
-¿Qué quieres saber? –me pregunta- Sigue molesto.
-¿Yo? nada –respondo balbuceante.
-Alana quiere que aclaremos lo que nos pasa y yo quiero mi puesto de trabajo, así que vamos a dejarnos las cosas claras. ¿Tienes algo contra mí?
-¡Yo, no, por Dios!
-¿No? ¡Pues venga, ya está, vámonos! -Sigue tan enfadado o más que antes.
-¿Pero qué dices? No hemos arreglado nada.
-Igual no se puede arreglar. Tú no tienes nada que decir y yo no quiero hablar.
-¿Y tú por qué no quieres hablar?
-Porque creo que no debería justificarme en absoluto de nada de lo que hago o dejo de hacer. A mí el rollo este del cotilleo no me va nada. No quiero periodistas, ni entrevista y mucho menos que me hagan fotos. Sólo quiero bailar.
-Yo tampoco quiero nada de eso pero quizás tengamos que ceder un poco para llegar a lo que queremos conseguir. Tampoco nos están pidiendo que nos prostituyamos. Yo entiendo que para ti sea fingir más que para mí y que no estés dispuesto, pero creo que Alana lo comprenderá.
-¿Qué estás diciendo o sugiriendo? Creo que dejé claro que era mi hermano y aunque yo fuera gay, a nadie debería importarle.
¿Está diciendo que no lo es? -Pienso para mí-
-¿Sabes qué es lo que más me cabrea? Que en realidad, lo que me molesta no es que se hable de mi identidad sexual, me molesta que se hable de mi sexualidad en general. ¿Por qué demonios tengo yo que liarme contigo para que nos hagan más caso si yo lo que quiero vender es mi trabajo y no mi vida privada?
-Entonces lo que te molesta es eso. ¿No estás enfadado conmigo?
-¿Contigo? Bueno, vi algo negativo en tu mirada cuando se suponía que yo era homosexual, pero en realidad no es mi lucha. Me molestó que me pudieras despreciar como persona porque a ti tampoco debería importarte con quién me acuesto. Estamos trabajando, somos compañeros.
-Me lo has dejado muy claro –digo sin querer en voz alta.
-¡Espera! ¿qué?
Nos miramos pero yo no digo nada más y él no me interroga, se queda pensativo sin dejar de mirarme como si quisiera leer en mi mirada más de lo que quiero decirle.
La camarera se acerca cuando ve que nos hemos quedado en silencio.
-¿Qué queréis tomar?
Nos pilla descolocados, tenemos tanto en la cabeza que ni siquiera hemos pensado lo que nos apetecía para desayunar. Yo me apresuro a pedir un cappuccino y un croissant. Él pide un café con leche, ya un poco más tranquilo.
«Escribo novelas románticas y eróticas, si te está gustando esta novela, te recomiendo «Por un hombre así» que puedes descargarte en formato digital a través de la plataforma segura de Paypal. La descarga es directa pero aún así durante el proceso tendrás que escribir tu e-mail y yo te la enviaré a tu correo. Para cualquier duda, pregúntame en twitter o en mi correo
Échale un vistazo.»
Descubre más desde CAMR
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

