Lo que siento es algo que empieza en mi pecho y me revuelve por dentro. Son tus ojos y tu sonrisa de aquel verano. Aquel sentimiento que aparecía a lo largo del día, en cada esquina, en cada recuerdo de la noche anterior.
Y hoy pienso, en qué momento me di cuenta de que serías la mujer de mi historia, de mi trayectoria en esta tierra.
Y sé que me equivoqué cuando me dejaste por aquel tipo maduro que te prometió que cuidaría de ti. Tenía tan claro que te perdía, aunque me dejaras amarte de tanto en tanto. Me costó que volvieras a confiar en mí. Me ayudó que aquel macarra no supiera comportarse. Más que un logro por mi parte, fue un desatino por la suya.
He vivido tantos momentos bellos contigo. Tantos principios de día y tantas noches de luna.
El frío me envuelve cuando creo que no vas a volver. En cambio, el fulgor me recupera, la sangre se mueve si te tengo cerca. Como un muñeco que cobra vida. Es verte entrar en la habitación… es escuchar el sonido de tu ropa al caer… es notar tu movimiento al otro lado de la cama. Es rozar mi pierna con tu pie, lo que calma mi alma.
No puedo pensar en ningún otro cuerpo, ni mente, ni sentido a mi vivir que no seas tú. Este amor que siento por ti no saldrá en ninguna película. Nadie hablará de él. Y me parece injusto que algo tan fuerte, pueda acabar un día. Que tantas pulsaciones se agoten hasta llegar al silencio absoluto.
De mi infancia, eres la imagen que tengo en mi cabeza de aquella niña que viajaba en el asiento de atrás de un coche y que me enamoró. Tantas veces he pensado que sólo podías ser tú. Eres ese fantasma, ese ideal que me ha acompañado toda la vida, incluso antes de que te cruzaras en mi camino. Cuando eras parte de otra vida, de otro hombre. Te he perdido tantas veces en manos de otros que no sé si he logrado nunca creer que te merecía y sin embargo, hoy estás aquí.
Y estoy seguro de que no puede ser de otro modo, que quizás seas alguien independiente a mí pero yo no me imagino viviendo sin corazón y tú eres una extensión de mi alma.
Y no hace falta que firme con sangre, ni me haga una promesa, ni a mí, ni a ti. No tengo que plantearme nada. Sé, mi vida, que contigo acabaré la mía.
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