VÉRONIQUE
Después de desayunar volvemos al ensayo. Nos queda poco tiempo antes del parón del mediodía pero lo intentamos de nuevo.
Damien no está enfadado pero sí que lo noto intrigado. Parece que quiera analizarme con la mirada.
Se quita la camiseta y eso que no tenemos que ensayar la escena de las gasas. Pone la música con el móvil y empieza a hacer estiramientos delante del espejo pero ciñendo el cejo sin apartar su mirada de mi reflejo. Yo estoy justo detrás de él.
Se acerca a mí lentamente y me bloquea contra la pared del fondo acercándose peligrosamente a mi boca, contoneándose al ritmo de la música. Me quedo pegada a la pared. No puedo tirar la cabeza más atrás. Estoy perdiendo los nervios y me entran ganas de tirarme a morderle los labios. Me repito una y otra vez que no debo dejarme llevar y que seguramente está jugando conmigo. Reacciono. Si yo no puedo resistirlo, veamos si puede él. Lo muevo de un empujón a que ocupe mi lugar contra la pared. Me quito la camiseta ancha que llevo sobre mi top. Ahora soy yo quien se acerca a su cuerpo. Le rozo con mi pierna el pantalón mientras pongo mis dos manos sobre su pecho y tiro mi cabeza hacia atrás dejando mi cuello a la merced de su boca y entonces…
-¡Plas! ¡plas! ¡plas! –se oye un aplauso que nos hace ponernos en alerta y mirar hacia la puerta. Es Alana.
-¡Quiero eso mismo esta noche! ¡Poneos las pilas! –dice enérgicamente.
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